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Para los niños, jugar es una actividad no solo placentera, sino necesaria para su desarrollo intelectual, afectivo, emocional y relacional. Y es que el juego, a fin de cuentas, funciona como un modelo a través del cual van entendiendo, poco a poco el mundo que les rodea. En realidad, sobre el juego podríamos decir lo siguiente:
Funciona como una herramienta insustituible en el proceso de desarrollo. Es el puente que le ayuda al niño a ir haciendo representaciones mentales divertidas sobre lo que va percibiendo del mundo.
Es el vínculo a través del cual hace contacto con el mundo y va entendiendo las diferencias de lo que ocurre en la vida.
Es el medio a través del cual proyectan experiencias que viven en situaciones específicas, sea en el ámbito familiar o escolar. En el juego escenifican roles y copian modelos.
Por su parte, los juguetes representan diversas cosas que hacen los adultos en la vida cotidiana, por lo que desempeñan un rol cultural.
El juego también es un medio para hacer catarsis, es decir, para desahogar su frustración, coraje, tristeza; e incluso para canalizar su alegría. De ahí que sea tna importante que los niños cuenten con el tiempo y la libertad para jugar.
Mientras que el juego es una acción espontánea, que va evolucionando paralelamente con el desarrollo del niño, el juguete es una de las primeras formas en que un ser humano establece relación con los objetos.
Cuando los niños juegan con sus amigos satisfacen su imaginación, sus ilusiones y pueden ejercitar libremente su creatividad, su voluntad y autonomía. Por otro lado, los juguetes les permiten potenciar las relaciones entre sus pares, ya sean como participantes, seguidores o conductores del juego. Los niños no sólo comparten juguetes con sus amigos, sino experiencias y conocimientos, además de cariño y afecto.
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